Posible nombre: Los Talleristas del Fondo.
-- Manuel Eduardo Vega Coord. Capacitación Tel.: 5244008
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Paradójicamente, su nuevo mundo no tenía nombre. Se extendía a lo largo de diez metros cuadrados que ardían ante el implacable furor de dos lunas en llamas. El norte, el sur, el este y el oeste se perdían en el infinito como insondables vacíos oscuros. Los viajeros eran cuatro hombres en edad madura. Cada uno permanecía tendido boca arriba en un vértice de aquel asteroide innombrado. Sus cuerpos, raquíticos, se consumían expuestos a la intemperie de ese astro celeste que los llevaba hacia el infinito. Hacía días que habían abandonado los planes de escape, suicido o eutanasia. Sin saberlo eran lo últimos reflejos vitales del planeta tierra.
Mientras el nuevo mundo empezaba el tránsito de su prehistoria, el asteroide agotaba su ciclo de vida y estallaba en mil fragmentos luminosos de colores. Los cuatro dioses morían y las nuevas criaturas construían sus propias vidas. Jamás sabrían de la existencia de sus creadores: no les construirían altares, no se someterían ni les suplicarían el perdón de sus pecados.
A los cuatro la muerte les llegó instantánea y serena. La vida los abandonó sonriente y habitó el universo por ellos creado. Ellos hicieron de su final un principio, un verbo encarnado.